Si te gusta el refranero, habrás oído el dicho: «la experiencia es un grado». Y está claro que la pericia la dan los años y el haber sabido aprovechar lo que nos enseñan.
Esta sabiduría siempre se ha valorado en los pueblos. Por eso, aquí en la sierra, a las personas mayores se les llama cariñosamente «tíos o tías». Es una manera de mostrarles respeto, aprecio y ternura. El «tío» Goyo, la «tía» Anastasia , la «tía» Cecilia…y , en este caso, el «tío» Conejo.
Lo de «Conejo» es un mote o apodo. No me han sabido decir por qué. Pero no es raro que tuviera algún «percance» con un conejo, de los silvestres o de monte, que se cazaban a menudo entonces.
Cuando salgas a la naturaleza de este lugar, abre bien tus ojos y demás sentidos, te encontrarás conejos, perdices, corzos, ciervos, jabalíes… La Casa del Tío Conejo es un magnífico punto de partida si vienes en familia o en grupo.